Creo que en México, el algodón de azúcar no necesita introducción. Una golosinas que nos llena los sentidos…. lo ves y empalaga la vista, sus colores vivos, su suavidad reflejada en el paso de la luz entre los finos hilos de azúcar, recordándonos a las nubes que soñamos en capturar con nuestras manos. Su olor que invade las ferias y las afueras de los templos los domingos, azúcar quemada… azúcar caliente que vuela por el viento y que todo niño es capaz de recordar y reconocer. La sensación al tomarlo entre los dedos y al acercarlo a la cara con la esperanza de ponerlo en nuestra boca….tal como una nube es imposible de tomar. Se comprime al tacto y con el calor de nuestros dedos para regresar a su estado más natural de azúcar. Su consistencia de algodón nos llena antes de probarlo siquiera…. Finalmente su sabor, azúcar puro. El dulce perfecto.
El algodón de azúcar es mágico por su elaboración más que por su consumo. Al probarlo, recibimos un golpe de azúcar que se va directo a nuestra sangre, pero el sentimiento de verlo de tenerlo y de saborearlo es lo que lo hace único. Sin más ni menos.
Saludos y Provecho !